lunes, 6 de junio de 2011

Mediterráneo de Gabriele Salvatores

Aunque su seguridad de un país nuevo, un suelo fértil para sembrar y edificar, era algo sin discusión, el tiempo y los verdugos que vestían de aliados no permitieron que el país que soñaban brotará de las manos que alguna vez empuñaran el fusil. Por eso regresar a una tierra sin nombre, lejos de la madre, era más placentero porque al menos le ofrecía el amor de una mujer.